Ay, qué difícil es resolver
las mil dudas que te rondan en la cabeza, sobre todo en cuestiones de amor. Yo he sido educada en unos valores de respeto, autonomía, igualdad… Y, sin
embargo, inmersa en un mundo donde el amor que nos han enseñado es tan limitador, tan de hablar de medias naranjas, tan de hablar de dependencia…
Y, claro, una se monta sus parejas de forma distinta. ¿Distinta? Y, cree que así lo tiene resuelto. Esto conlleva serios
problemas a tu pareja (si es que has optado por una relación monógama. La cosa
se complica más, si la relación es más grande). Primero, no suele entender qué
tipo de relación afectiva deseas. Asi que muestras y enseñas a vivir el afecto
en eso de la independencia, la autonomía y el respeto. En este momento, pueden
pasar varias cosas: que vaya guay y la otra persona se adapte y tengas una relación
afectiva estupenda; que te diga que pasa de complicarse la vida; o que decida cargarte con el peso de toda la
relación y, además, te conviertas en maestra de esa ciencia llamada feminismo.
En los dos últimos casos,
entra a jugar parte esa idea de amor de la que tú no eres tan ajena. Esa idea
que te dice que ¡con lo a gustito que estarías sin todas estas historias en la
cabeza!… Pero no, eso no me gusta, no va conmigo. Ese tipo de amor es el amor romántico. El amor que te hace afrontar situaciones de forma extremadamente
opuesta a la de autonomía e igualdad y, que de forma paralela, te hace
vivenciarlo con gran angustia. Llevas tiempo trabajando y luchando por no ser
así. Pero hay veces que parece que no puedes escapar y, de verdad, ese
conflicto personal que surge… es tan complicado. Superarlo solo trae consigo
cosas buenas.
0 comentarios :
Publicar un comentario
La editora no se hace responsable de los comentarios vertidos por terceras personas. No se permitirán comentarios ofensivos. Se pide el máximo respeto.