Creo que el género mismo es la violencia, que las normas de masculinidad y feminidad tal y como las conocemos, producen violencia.

-Beatriz Preciado-

domingo, 29 de diciembre de 2013

Mi cuerpo es violeta

Sí al aborto.Amanece  y, un día más, me dispongo a realizar todos los quehaceres que me dispone el nuevo día. Pasan las horas y, a duras penas, he sido consciente de mí y de mi cuerpo. Este cuerpecito mío que, como dice Bebe, le he metido cañita. Mi cuerpo es huella de mi vida y refleja en él cada una de las emociones y de los instantes que he vivido. Sin embargo, no suelo percatarme de él, lo utilizo como instrumento. Pero no es un instrumento cualquiera, es una parte de mí, es mi campo de batalla. Las órdenes externas me dicen que lo cuide, es decir, que me eche crema y me mantenga delgada. Las voces externas son tan superficiales… Esas voces me quieren llevar a negar la experiencia de mi cuerpo y, hay veces, que casi lo consiguen. Son tantos los días que dejo de prestarle atención y me limito a echarme una crema…

Pero esas mismas voces, esas voces tan aparentemente superficiales que me plantean que mi cuerpo es un instrumento, me dicen que no es mío. Es suyo y a partir de él me y nos controlan. Me niegan que viva la experiencia de mi cuerpo y ahora quieren negarme también que es mío, que soy yo. Me gritan que no puedo decidir, que es algo inmoral y que lo van a convertir en delito y, es que debemos ser solo inmorales las mujeres porque este tipo de normas no se refieren al cuerpo de los hombres. Hablan de nosotras, nos prohíben a nosotras, pero sin contar con nosotras.

Ahora me doy cuenta y me dispongo a escuchar mi cuerpo, se queja de esas imposiciones externas, me pide que disfrute de él y que le dé el valor que tiene. Mi cuerpo es mío y sobre él tengo capacidad de decidir y yo decido escucharle, placerearle y asumir toda decisión que se refiera a él.

Sí, al aborto, sí, porque las mujeres no somos ciudadanas de segunda, porque no podemos ceder la posesión de nuestros cuerpos, porque no somos personas que requieren de la tutela del Estado, porque no somos víctimas. ¡Viva la lucha de las mujeres!

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